¿Te sientes cansado? quizás tengas anemia

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¿Te sientes cansado? quizás tengas anemia

¿Te sientes cansado? ¿Notas que te cuesta concentrarte? ¿Tienes las uñas frágiles o quebradizas? O ¿estás más pálido de la habitual? Todos estos pueden ser síntomas de que tiene un poco de anemia. Revisar tu dieta y asegurarte de que tomas suficiente hierro, vitamina B12 y ácido fólico, puede ser la solución.

La anemia es una deficiencia nutricional más común de lo puedas pensar. Afecta a más del 24 % de la población mundial, incluyendo a niños, adultos, ancianos y, sobre todo a mujeres en edad fértil. La anemia se define como una disminución del número de glóbulos rojos o de los niveles de hemoglobina (proteína que transporta el oxígeno) en la sangre respecto a los valores normales de referencia. Lo normal es tener 4,7-6,1 millones de glóbulos rojos por microlitro de sangre y 13-17 gramos por decilitro de hemoglobina, en el caso de los hombres, y 4,2-5,4 millones de glóbulos rojos por microlitro y 12-16 gramos por decilitro de hemoglobina, en el caso de las mujeres.

El cansancio y la sensación de falta de energía son habituales en primavera y otoño. Pero si esas sensaciones te acompañan durante mucho tiempo, sería recomendable que revises si tienes anemia.

¿Tienes anemia?

Ya hemos visto que la anemia se define como una disminución en el número de glóbulos rojos (hematíes) o de los niveles de hemoglobina en sangre. Así que una analítica será lo más adecuado para detectar si estás anémico. Sin embargo, hay algunos síntomas que pueden alertarnos de que estamos un poco anémicos como es estar continuamente cansados, estar pálidos, tener dolor de cabeza, cambios de humor, falta de concentración o de memoria, que se nos caiga el pelo, que las uñas se rompan con facilidad o experimentar mareos al levantarse, entre otras.

¿Qué tipos de anemia hay?

Dependiendo de cuál sea la causa originaria, se distinguen varios tipos de anemia:

  1. Anemia carencial. Es la más común y está provocada por una alimentación deficitaria en los nutrientes que forman parte de los glóbulos rojos: hierro, vitamina B12 y ácido fólico. Dentro de este grupo encontramos específicamente:
  2. a) Anemia ferropénica. Implica una disminución del número de glóbulos rojos en la sangre provocada por la falta de hierro. La causa de esta anemia puede ser un fallo en la absorción de hierro por parte del organismo o el agotamiento de las reservas de este mineral a causa de hemorragias, o por el estado de gestación en el caso de mujer embarazadas. Puede tratarse también de una deficiencia alimentaria, aunque esta causa sea realmente poco frecuente.
  3. b) Anemia megaloblástica. Se produce por una falta de vitamina B12  o de ácido fólico (vitamina B5), dos vitaminas que participan en la división de los glóbulos rojos (eritrocitos). Cuando uno de las dos falla, los glóbulos rojos se forman mal y acaban muriendo antes de desarrollarse por completo.
  4. c) Anemia perniciosa. Está producida por la carencia de vitamina B12. Esta carencia puede tener su origen en una dieta pobre en alimentos ricos en esta vitamina o en una dificultad de absorción de la misma por parte del organismo. Seguir una dieta rica en probióticos que ayude a mantener una flora intestinal equilibrada mejora la absorción de esta vitamina e incluso ayuda a producirla en el caso de personas que sigan una dieta vegetariana o vegana.
  5. Anemia aplástica. Está causada por un mal funcionamiento de la médula ósea, la cual produce una disminución o incluso paralización de la actividad y producción de los glóbulos rojos.
  6. Anemia hemolítica. Es un tipo de anemia adquirida no hereditaria. Es muy común en recién nacidos y se caracteriza por una destrucción masiva de los glóbulos rojos. Se debe a la incompatibilidad sanguínea materno-fetal, por la que las defensas de la madre acaban destruyendo los glóbulos rojos del niño. Hoy en día, este tipo de incompatibilidad se puede conocer antes del parto con el fin de tomar las medidas necesarias.
  7. Anemia congénita o hereditaria. Este tipo de anemia se presenta en el individuo por una fragilidad en su constitución o por una fragilidad y debilidad de sus propios glóbulos.

¿Cuáles son las causas de la anemia?

Cómo hemos visto, hay algunos tipos de anemia que se producen por una predisposición genética, pero los más habituales se deben a un motivo dietético. El hierro, la vitamina B12 y el ácido fólico son nutrientes imprescindibles para que nuestro cuerpo fabrique hemoglobina y glóbulos rojos, y si los tomamos en menor cantidad de lo que necesitamos aparecen estas anemias más habituales.

Las personas con mayor probabilidad de tener anemia son:

  •         Mujeres en edad fértil, por la pérdida de sangre menstrual.
  •         Embarazadas y mujeres que estén lactando.
  •         Deportistas
  •         Niños en fase de crecimiento
  •         Ancianos
  •         Personas que sigan una dieta inadecuada y poco variada
  •         Personas que siguen una dieta vegana

Modificar la dieta y enriquecerla con alimentos que nos aporten más hierro nos ayudará a recuperar la vitalidad.

Hierro y anemia ferropénica

El hierro es un mineral que forma parte de la hemoglobina, una proteína que está dentro de los glóbulos rojos y se encarga de transportar el oxígeno y el dióxido de carbono por todo nuestro organismo. Cuando no ingerimos suficiente hierro, bajan nuestros niveles de hemoglobina en sangre y aparece la anemia ferropénica.

El hierro lo encontramos en las carnes rojas, los huevos y también en alimentos de origen vegetal como legumbres, lechuga, maíz y espinacas, que se recomienda tomar junto con alimentos ricos en vitamina C (cítricos, pimientos) que aumentan su absorción. Para aprovechar mejor el hierro de la dieta ten en cuenta que:

La fibra soluble de las frutas (fructooligosacaridos) es prebiótica y alimenta tu microbiota intestinal creando un entorno idóneo para la absorción del hierro.

La vitamina C de los vegetales (frutas y verduras) actúa sobre el hierro no hemo volviéndolo más absorbible.

Los betacarotenos de los vegetales naranjas y rojos, como la zanahoria o el melocotón también activan la absorción de hierro.

Cocina bien las legumbres para destruir los oxalatos que contienen y que pueden interferir en la absorción intestinal del hierro.

Evita acabar tus comidas con té negro o café de forma habitual, ya que estas bebidas tienen polifenoles que pueden reducir la absorción del hierro. De forma puntual no pasa nada, pero si lo haces habitualmente, ten en cuenta que una taza de té negro o de café pueden reducir la absorción del hierro hasta un 60 y un 39 %, respectivamente.

Además de revisar la dieta, podemos suplementos nuestra alimentación con complementos nutricionales de hierro. Lo ideal es buscar uno que sea de fácil absorción, elaborado con ingredientes naturales y que no molesten al estómago.

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Vitamina B12 y ácido fólico contra la anemia megaloblástica

La deficiencia en ácido fólico suele ser rara, porque es una vitamina muy presente en verduras y frutas y lo absorbemos muy bien, llegamos a absorber hasta el 70 % del ácido fólico que comemos. Solo cuando tomamos algunos tipos de medicamentos (anticonceptivos, barbitúricos, tratamientos contra el cáncer) puede verse dificultada su absorción y aparecer una deficiencia que nos acabe provocando una anemia megaloblástica.

La deficiencia de vitamina B12 (cianocobalamina) es una vitamina singular que solo encontramos con suficiente calidad en los alimentos de origen animal. Otra característica especial de esta vitamina es que puede ser degradada por los enzimas digestivos, de modo que para que pueda llegar al intestino y ser absorbida, nuestro cuerpo debe producir una glucoproteína llamada factor intrínseco de Castle que la mantiene a salvo hasta ser absorbida.

Las personas mayores suelen desarrollar anemia megaloblástica porque producen poco factor intrínseco, pero no son los únicos, los deportistas, vegetarianos y especialmente quienes siguen una dieta vegana, también son muy propenso a desarrollar este tipo de anemia por culpa de una ingesta deficiente de esta vitamina.

120 días de vida

Un glóbulo rojo vive entre 100 y 120 días, de modo que para prevenir una anemia también es importante que nuestros eritrocitos alcancen la vejez lo más tarde posible. Las vitaminas C y E protegen a los glóbulos rojos de los radicales libre y frenan su envejecimiento.

Encontramos vitamina C en las frutas y verduras frescas, y la vitamina E está presente sobre todo en el aceite de germen de trigo.

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