La abrazoterapia es un sistema que ayuda a regular el equilibrio entre tu parte física y tu parte emocional, y lo hace con algo tan sencillo y natural como los abrazos. La creadora de esta terapia es Lía Barbery, que además de aplicar esta terapia e impartir talleres sobre esta técnica, ha escrito el libro El lenguaje de los abrazos (Mandala 2007).
¿Cómo te miman los abrazos? Hay varios estudios de demuestran que cuando nos abrazan, nuestro cuerpo libera hormonas como las endorfinas, que nos proporcionan placer y alegría, oxitocina, que nos genera sensación de afecto y bienestar e incluso dehidroepiandrosterona (DHEA), que es la hormona de la juventud. Vamos, que cuando te abrazan te sientes querido y eso hace que tus emociones y tu cuerpo se sienta reconfortado y feliz.
Gracias a estas propiedades, la abrazoterapia puede ser una buena opción para ayudarte a:
- Manejar adecuadamente las emociones.
- Desbloquearte a nivel emocional físico.
- Integrar cuerpo, mente y emociones.
- Descubrir y potenciar talentos.
- Fortalecer la autoestima.
- Aceptarte a ti mismo.
- Tener más empatía.
- Mejorar la comunicación afectiva.
- Entrar en contacto con tu “niño interior”.
- Ubicarte de forma armónica en la realidad.
- Celebrar la vida cada día.
- Demostrar más gratitud.
¿Cómo es una sesión de abrazoterapia? Las sesiones de abrazoterapia son muy dinámicas e interactivas, como ya imaginarás. Se desarrollan en función de diferentes factores: cuál es el objetivo (relajarse, curar una dolencia física, superar una dolencia emocional, iniciar una búsqueda interior, etc.), el número de participantes y el colectivo al que va dirigido.
Normalmente duran entre 1 hora y media y 4, ya que no es lo mismo trabajar con enfermos de Parkinson, por ejemplo, que con jóvenes de un instituto. Las problemáticas, el grupo y los objetivos marcarán, también pueden marcar la duración de las sesiones.
En general se realizan con grupos de entre 10 y 40 participantes. Aunque te parezcan grupos muy grandes, ten en cuenta que los grupos numerosos generan más energía terapéutica. Además no es necesario ir acompañado, ya que lo ideal es que no todos los componentes del grupo se conozcan al principio. Durante las sesiones la elección del compañero es siempre libre y aleatoria. El terapeuta nunca indica a quién hay que abrazarse. Los abrazos en todos los casos son asexuados y basados en el respeto y el consentimiento mutuo.
Pero ¿sabes que es lo mejor de los abrazos? Que tienes amigos y familia que te los pueden dar y que al mismo tiempo que tú te beneficias de sus efectos, la persona que te abraza también se beneficia. Vamos que todos ganamos.Y ¿qué pasa si cuando necesitas ese abrazo reconfortante estás solo? Tranquilo hay solución. Puedes recurrir a los autoabrazos. Para ello túmbate, respira profundamente, cierra los ojos, relaja el cuerpo y siente como notas los brazos cada vez más pesados. Haz una respiración profunda, relaja el rostro y sonríe levemente. Conecta con tu respiración, que se hace rítmica y pausada. Cuando te sientas inmerso en una atmósfera de placentera armonía, trae a tu mente un momento en el que compartiste un abrazo especial, ese abrazo lleno de respeto, afecto, solidaridad, ternura, protección… y déjate envolver por las emociones que está generando en ti. Levanta tus brazos, crúzalos y date a ti mismo un abrazo fuerte, manteniendo la posición 2 o 3 minutos hasta concluir abriendo los ojos.
Mientras dura la sesión, puedes poner un poco de música chill out de fondo y un quemador con tu esencia favorita. Si haces este sencillo ejercicio en casa, descubrirás que, aunque lo ideal es compartir un abrazo, dártelo a ti mismo ya es una terapia reconfortante.
Feliz día y feliz abrazo.