Somos lo que pensamos y nuestros sentimientos nacen de nuestros pensamientos. Si a estas premisas le sumamos que muchas molestias nacen de nuestras emociones y pensamientos, habremos resuelto una ecuación que nos interesa a todo.
Por eso existen una infinidad de terapias, más o menos válidas, dispuestas a ayudarnos a sentirnos mejor a través de educar nuestros pensamientos y emociones. Aquí no vamos a decirte cual seguir, ni siquiera te las vamos a presentar, pero lo que sí que vamos a hacer es proponerte un cambio de actitud muy gatuno.
Los beneficios de una actitud felina
Más allá de las terapias, la clave para conseguir este cambio de perspectiva lo podemos encontrar en el reino animal. Y es que se ha demostrado que el contacto con animales domésticos aporta grandes beneficios y ayudan a que nos tomemos la vida desde un punto de vista más positivo y optimista. Las respuestas a nuestras dudas y carencias no siempre llegan a través del prójimo, y la convivencia con alguna mascota puede resultar un excelente aliado.
Simplemente observando la actitud de un gato comprenderemos el poder terapéutico que pueden llegar a tener los animales de compañía. Basta con prestar atención a este pequeño felino para darse cuenta de todo lo que nos puede enseñar. De forma natural, el gato utiliza cualidades como la intuición, la flexibilidad, la serenidad, la independencia o la curiosidad para salir adelante y enfrentarse al mundo que le rodea. Curiosamente, todas estas actitudes felinas son muy propias del zen, sabiduría oriental que propone encontrar la paz interior a través del silencio y la meditación.
Tu entrenador de atención plena
El gato también es un maestro en el arte de la quietud y el silencio, gestos clave para conseguir relajarnos y eliminar el ruido que provocan nuestros pensamientos cargados de preocupaciones y estrés.
Independiente, disciplinado, sereno y reflexivo, este el gato nos enseña a vivir el presente concentrándonos intensamente en todo lo que hacemos, a experimentar el presente y sus sensaciones, sin mirar hacia el pasado o el futuro. Estos felinos domésticos parecen practicar el mindfulness o atención plena, una técnica de meditación budista que consiste en enfocar toda la atención y tomar plena conciencia de todo lo que nos sucede (sensaciones, imágenes, sonidos, olores…) sin involucrar el pensamiento. De esta forma, oxigenamos la mente, nos sumergimos en un oasis de calma y frenamos la continua sucesión de preocupaciones y temores.
El gato integra la atención plena a su vida. Puede pasar horas centrando su atención en un objeto, apenas moviendo las orejas cuando escucha algo a su alrededor. No deja que el entorno contamine su concentración. Con su actitud, nos enseña el arte de la meditación, una efectiva herramienta para separar los miedos y ansiedades de la realidad, y transformar la forma en que reaccionamos ante los eventos externos.
Se ha demostrado que el simple hecho de separarse de los propios pensamientos tiene efectos físicos positivos: puede bajar la presión arterial, mejorar la respuesta inmunológica del organismo y retrasar el envejecimiento celular. Aprender a mantener la mente calmada y estable como hace el gato nos ayudará a ver las cosas serenamente y con más perspectiva, sin las distorsiones bloqueantes del miedo o la ansiedad.
Sentir con los 5 sentidos
El gato tiene los cinco sentidos muy desarrollados que le permite oír, oler, ver, tocar e incluso saborear todo lo que los rodean. Son estas impresionantes cualidades las que le ayudan a ser muy intuitivos y captar rápidamente el estado de ánimo de su dueño y de quienes le rodean. Así están más alertas al entorno para prevenir problemas y evitar riesgos.