Kombucha, un refresco milenario más actual que nunca
¿Quién nos iba a decir que se pondría de moda una bebida con miles de años de historia? Pues sí. Desde hace muy poquito la kombucha se ha colado en nuestra lista de opciones saludables, cuando pensamos en una bebida refrescante. Pero a diferencia de otras, la kombucha tiene un plus saludable, que la está haciendo ganar terreno rápidamente. Incluso se ha convertido en la bebida ideal para tomar si te has animado has apuntado al ayuno intermitente.
Pero ¿qué es la kombucha? Es una bebida fusión. Es decir es una bebida que combina los beneficios del té con las virtudes saludables de las bebidas fermentadas, y todo ello sin alcohol, para que todo sean puntos positivos.
El origen de la kombucha lo tenemos que buscar en la cuna del té, es decir en China, cuando bajo la dinastía Han, hace unos 2.000 años, descubrieron que el té se podía fermentar, obteniendo una bebida burbujeante y de agradable paladar. En poco tiempo este refresco milenario ganó mucha popularidad y los emperadores la consideraban todo un elixir de la vida.
Ahora, en nuestros días, con todo lo que sabemos sobre probióticos, ese calificativo gana sentido, ya que cada vez se descubren más beneficios acerca de los alimentos fermentados y como estos nos ayudan a mejorar nuestro bienestar intestinal y general.
¿Cómo se prepara la kombucha?
La materia prima para elaborar la kombucha es el té (Camellia sinensis) que se fermenta con una mezcla de microorganismos que forman una especie de “hongo” llamado SCOBY y muy parecido al hongo del kéfir. Entre los muchos microorganismos que encontramos en el SCOBY destacan bacterias como el Komagataeibacter, Gluconobacter, Acetobacter; Lactobacillus, Lactococcus y levaduras como el Schizosaccharomyces pombe, Saccharomycodes ludwigii, Kloeckera apiculata, Saccharomyces cerevisiae, Zygosaccharomyces bailii, Torulaspora delbrueckii y Brettanomyces bruxellensis.
Tras esta primera fermentación se añade zumo para aromatizar se deja fermentar de nuevo. Gracias a esta segunda fermentación la bebida gana aroma, sabor y sus peculiares burbujas, convirtiéndola en un refresco saludable, natural y muy rico.
La kombucha es una bebida gaseosa, rica y saludable, gracias a su doble fermentación.
Baja en azúcares
En el proceso de elaboración de la kombucha se añade azúcar al te, para que los microorganismos del SCOBY puedan nutrirse y en ese proceso crecer hasta que la bebida se convierte en una bebida probiótica. Y justo esa es la razón de que el kombucha sea tan bajo en azúcar, porque se lo “comen” esos microorganismos y a cambio nos devuelven una bebida chispeante, probiótica, llena de vitaminas naturales y con un sabor de lo más interesante.
Bien fresquita, el kombucha es perfecta para hidratar entre horas y es tan ligera, que incluso puedes tomarla durante el ayuno intermitente.
Con vitaminas naturales
Además de los antioxidantes del té y del efecto probiótico de los microorganismos que la fermentan, la kombucha aún esconde otro secreto. Y es que con tanta fermentación dejamos el tiempo suficiente para que los microorganismos de la kombucha puedan fabricar vitaminas que enriquecen la bebida. De hecho se estima que un vaso de kombucha aporta 1.5 mg de vitamina B1, 16 mg de vitamina B2, 1 mg de vitamina B6 y 50 mg de vitamina C, además de polifenoles, ácidos orgánicos y una pequeña parte de proteínas.
Así que si buscas una bebida refrescante, nutritiva, rica y muy saludable, piensa en la kombucha. ¡Pruébala y verás cómo te gustará!
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