Si te pica el hambre… apúntate al yoga en casa
Aburrimiento, agobio, tristeza, sensaciones desagradables… ¿Cuántas veces cuando has sentido algo así, te has lanzado a calmar tu angustia comiendo algo? Si creías que eras la excepción, te equivocas. Casi todos buscamos la comida, cuando nos sentimos emocionalmente mal. Por eso, practicar yoga en casa puede ser una muy buena opción. Ahora entenderás por qué.
Teletrabajo y yoga
Trabajar desde casa tiene muchas ventajas, pero también inconvenientes. Nos puede generar malos hábitos y agobios, que perturben nuestro bienestar. Practicar un poco de yoga en casa te ayudará a controlar esas incomodidades. Eso sí, cuando empieces hazlo poco a poco y sin forzar tu cuerpo. Más vale ir despacio y aprovechar las ventajas, que forzar la máquina y hacernos daño.
Además de ayudar a relajar, practicar yoga nos disciplina y aporta fuerza de voluntad de modo que nos volvemos más fuertes y capaces de resistir todas las tentaciones, incluso la de una nevera a pocos metros de donde estamos trabajando. Como sucede cuando haces teletrabajo. Porque recuerda, comida no es la solución a los agobios. Al contrario. Si nos excedemos con la comida, podemos acabar con unos kilos de más que aún nos hagan sentir peor. Por eso para controlar el hambre y mejorar nuestro estado de ánimo, te proponemos que te enganches al yoga en casa.
Un estudio piloto que buscaba como mejorar las condiciones laborales en las empresas determinó que 20 minutos diarios de meditación y yoga contribuyen a disminuir, en más de un 10% el estrés de los empleados. ¿Te imaginas cómo puede ayudarte practicar un poco de yoga en casa, si haces teletrabajo?
Yoga y hambre
El yoga ofrece una valiosa ayuda para controlar el apetito, sobre todo el hambre ansiosa, porque te ayuda a armonizar el cuerpo con la mente y a recobrar el equilibrio perdido. Pero eso no es todo, sino que además algunas posturas del yoga tienen particularidades tan interesantes como:
. Enseñarte a desarrollar una respiración completa que contribuye a eliminar tensiones y estados de ansiedad, que como bien sabes son una de las causas más comunes que nos llevan a comer sin hambre.
. El «saludo al sol«, y las posturas de la «langosta«, «invertida» y de la «barca«, mejoran las funciones digestivas, lo que te ayuda a asimilar mejor los alimentos haciendo que éstos te sacien más y tardes más en tener hambre.
Cuerpo y mente en equilibrio
A diferencia de la gimnasia normal que trabaja la musculatura, las posturas del yoga actúan tanto en el plano físico como en el mental, aportándote calma interior y un mayor estado de bienestar general. Por esto los beneficios del yoga son tan numerosos:
. Es un buen aliado para conocerse mejor a uno mismo.
. Mejora la concentración, la memoria y el estado de salud general.
. Te enseña a relajarte en cualquier situación.
. Ayuda a desarrollar la disciplina y la fuerza de voluntad.
. Tiene una importante función antiestrés, ayudándote a controlar las emociones negativas y las tensiones y reforzando tu fuerza interior.
La constancia tiene premio, por eso si te animas a practicar yoga en casa, acabarás notando como te ayuda a serenarte, relajarte y sentirte mucho mejor contigo mismo. Eso sí, se prudente y empieza poco a poco.
El yoga en casa, que resulta saciante
Una sesión de yoga para ayudarte a controlar el hambre se compone de 6 posiciones de varios movimientos cada una, que debes repetir por la mañana, antes del desayuno, y por la tarde, lejos de la comida. La primera y la última posición son de relajación y debes repetirlas también antes de acostarte.
Para hacer los ejercicios, busca un lugar tranquilo y aireado, y para ponerte en situación, de fondo pon música lenta y relajante.
1. Respiración completa
Estas posturas tonifican el sistema nervioso, aumentan la resistencia del organismo y despiertan la energía. Y por supuesto mejoran la capacidad respiratoria. Al principio hay que practicarla en tres fases (baja, media y alta), pero luego se puede conseguir en un solo tiempo. Este tipo de respiración es muy útil en momentos de máxima tensión o estrés.
Se practica sentada en el suelo con las piernas en posición de loto, el busto recto y los ojos semicerrados.
- Respiración baja diafragmática: concéntrate en la parte más baja de los pulmones, apoyando las manos sobre el abdomen. Inspira lentamente e hincha el abdomen. Espira desinflándolo. Repite 5 veces.
- Respiración media o torácica: concéntrate en la parte media de los pulmones y apoya las manos sobre la caja torácica. Inspira profundamente apretando la caja torácica y espira aflojándola. Repite 5 veces.
- Respiración alta o clavicular: concéntrate en la parte alta de los pulmones y apoya las manos en la base del cuello. Inspira elevando las clavículas y espira bajándolas. Esta respiración tiene que ser menos profunda que la baja o media. Repite 5 veces.
2. El saludo al sol
Es una posición que exige la sucesión encadenada de varios movimientos, que resulta un poco complicada al principio, pero que es muy útil aprender, ya que es un ejercicio completo, revitalizante y energizante.
Su eficacia en el control del hambre deriva de su efecto tonificante de todos los órganos del abdomen, facilitando la digestión. Hay que recordar que las digestiones pesadas y lentas son una de las causas de la celulitis y por supuesto, la causa principal de un vientre hinchado.
- De pie con los pies bien apoyados en el suelo y las manos unidas junto al pecho. Inspira profundamente y exhala lentamente.
- Haz tres respiraciones profundas y levanta los brazos por detrás de la cabeza mientras llevas el tronco ligeramente hacia atrás. Inspira profundamente.
- Expira y dóblate hacia delante hasta que las manos toquen el suelo, sin flexionar las rodillas.
- Inspira mientras elevas el tronco y la cabeza, y al mismo tiempo flexionas las rodillas. En este punto atrasa el pie izquierdo de modo que la rodilla quede apoyada en el suelo, y el otro pie esté delante entre tus manos.
- Contén la respiración por un instante, retrasa el pie derecho une los dos pies por detrás apoyándolos en el suelo mientras estiras las rodillas, subes las nalgas y con los brazos flexionados, mantienes tu cuerpo en plancha y paralelo al suelo. Expira.
- Inspira profundamente mientras bajas las rodillas y luego el pecho al suelo, manteniendo las manos firmes en el mismo punto y elevando el tronco y la cabeza hacia el cielo.
- Expira. Baja el tronco, apoya de nuevo las puntas de los pies en el suelo y eleva las nalgas, mientras te apoyas firmemente en los pies y los brazos. Con las manos y los pies apoyados, y las nalgas elevadas, has de conseguir formar un ángulo recto entre el tronco y las piernas, una V invertida.
- Inspira. Levanta la pierna derecha y llévala delante entre tus manos, mientras la izquierda queda atrás como en el movimiento 4, luego lleva el pie izquierdo también delante.
- Expira. Estiras las rodillas y eleva las nalgas de modo que las piernas queden rectas, mientras mantienes las manos apoyadas en el suelo. Si notas tirones, flexiona ligeramente las rodillas.
- Inspira. Eleva el tronco, poco a poco. Cuando estés recta, alza los brazos y la cabeza hacia el cielo.
- Finaliza quedándote de pie con los pies bien apoyados en el suelo y las manos unidas junto al pecho. Haz tres respiraciones profundas
3. Posición de la langosta
Va bien para la salud de los riñones y mejora la digestión y la diéresis. Ayuda a eliminar líquidos y a reducir la grasa superflua de las caderas y el abdomen.
- Tumbada en el suelo boca abajo, con los brazos a lo largo del cuerpo y el mentón en el suelo, dobla la pierna izquierda colocándola perpendicular al suelo.
- Inspira profundamente, eleva la pierna derecha llevándola lo más alto que puedas. Espira y apoya la pierna derecha sobre la planta del pie izquierdo. Mantén esta posición concentrándote sobre la respiración. Después de 20 respiraciones, repite el ejercicio con la otra pierna.
4. Posición invertida
Estimula la circulación y facilita la digestión y las funciones eliminadoras del organismo. Además, tonifica las glándulas endocrinas, tan importantes para controlar el hambre y el peso.
- Tumbada en el suelo boca arriba, con los brazos a lo largo del cuerpo. Inspira y levanta las dos piernas juntas y las nalgas.
- Espira y, sosteniendo las nalgas con las manos, lleva las piernas hacia arriba, por encima de la cabeza. Mantén esta posición unas 10 respiraciones concentrándote en la respiración diafragmática (baja). Ve aumentando día a día el número de respiraciones.
- Vuelve a la posición inicial inspirando y espirando lentamente, llevando el cuerpo hasta el suelo sin levantar la cabeza.
5. Posición de la barca
Ejerce un enérgico masaje en los músculos abdominales, deshinchando la barriga y ayudando a eliminar el gas. Además, ayuda a endurecer los músculos abdominales.
- Sentada en el suelo con la piernas estiradas y unidas y las manos apoyadas en los muslos.
- Inspira y apoya las manos en el suelo.
- Espira y levanta las piernas unidas, llevando el peso del cuerpo hacia atrás, sobre la zona del sacro. Luego estira los brazos colocando las manos detrás de la rodilla, equilibrando el peso del cuerpo. Mantén la posición unas 4 respiraciones y vete aumentándolas a medida que pasen los días hasta que llegues a aguantar 10 respiraciones.
6. Relajación
Este ejercicio beneficia a todas las funciones nerviosas y te ayudará a controlar los ataques de hambre descontrolados. Después de practicarlo varias semanas seguidas lograrás el equilibrio interior y podrás aguantar cualquier tentación que vaya contra tu línea.
- Tumbada en el suelo, con las piernas estiradas y los brazos a lo largo del cuerpo. Cierra los ojos y concéntrate en la pierna derecha e, inspirando, tensa todos sus músculos. Espira lentamente y relaja progresivamente el pie, el tobillo, la pantorrilla, la rodilla, el muslo y el glúteo, hasta tener toda la pierna completamente relajada.
- Concéntrate sobre la pierna izquierda y haz lo mismo.
- Concéntrate sobre el tronco. Inspira y espira lentamente haciendo que se hinche el abdomen, el pecho y los hombros, dejándote progresivamente en un abandono total.
- Lleva tu atención a la columna vertebral. Inspira lentamente y estírala como si quisieras separar una vértebra de la otra. Espira y relaja toda la columna.
- Pasa la atención al brazo derecho: inspira y, cerrando el puño, contrae todos sus músculos. Espira lentamente y relaja la mano, la muñeca, el antebrazo y el hombro, hasta conseguir el abandono de todo el miembro. Repite la relajación con el otro brazo.
- Concéntrate en el cuello y la garganta, relajándolos mientras inspiras y espiras lentamente.
- Relaja ahora la cara: los dientes no se tocan y los ojos y los labios están suavemente entreabiertos. Relaja progresivamente los labios, el mentón, las mejillas, las orejas, la nariz, los ojos, la frente y el cuero cabelludo.
- Toma conciencia de tu total estado de relajación y permaneciendo inmóvil, escucha durante unos minutos tu respiración calmada, profunda y lenta.
- Termina tu relajación moviendo poco a poco todos los grupos musculares, empezando por los dedos de los pies. Antes de levantarte, mueve el cuerpo hacia uno y otro lado y abre los ojos lentamente.
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